Todo ser humano, por naturaleza, necesita. Tal vez unos más que otros, sentimos que no podemos vivir sin unas u otras cosas en mayor o menor intensidad. Sólo hay que observar o conversar con la gente para entender que somos un ser sociable que depende. Ya sea por costumbre, educación, búsqueda, imitación o adicción, he llegado a vivir necesidades que atentaban incluso contra mi propio principio de individuo y mi afirmación de hombre único.
Los aspectos que he necesitado han ido cambiando en función de las diferentes etapas que he vivido. A veces incluso he necesitado aquello que no estaba aún en mi vida, aquello que ni siquiera sabía que existía o que, quizás, no exista. Otras me han dado todo lo que he necesitado, y otras he necesitado darlo todo. He sabido depender de mi trabajo, del teatro, de la compañía de la gente, de mi cultura, del dinero, de saber, de los buenos momentos... Pero depender no tiene una cara positiva cuando tienes lo que necesitas, y una negativa cuando eso está ausente. Depender siempre es negativo pero a la vez, inherente del ser humano. Tal vez la solución sea derrumbarse y aceptar que "te/lo" necesito, "te/lo" quiero porque me hace sentirme más humano, porque me hace sentirme más vivo, porque me hace sentirme más real.
Ahora, en la medida que puedo, elijo lo que necesito. Pero me engañaría a mi mismo si no reconociera que necesito más de lo que elijo.
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