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lunes, 29 de agosto de 2011

Una inyección de cosas buenas

Hoy, dentro de las mil cosas que tenía que hacer, ocurrió algo que me hizo sentir de una forma particularmente paradójica. A la vez pude sentir la felicidad por lo que estaba viviendo (lo que provocó a la vez un gran agradecimiento) y por otro lado la tristeza porque, lo que me estaba pasando, no era en mi país. Es una espina que no se me quita, pero que sirve en potencial para agradecer aún más todo lo que recibo aquí.

Hoy, entre montajes, llamadas, ensayos y gestiones, me tomé un momento para entrar en la cafetería del Centro de Bellas Artes y me encontré a dos grandes actrices compañeras a las que admiro, una de las mejores productoras del país y un crítico de teatro. Cuando llegué, sin entender, me dijeron: "Mira, de ti estábamos hablando". Pregunté intrigado por qué, todos me conocen por haber trabajado juntos pero no esperaba que le estuvieran hablando a otra persona que no me conoce sobre las cosas que soy capaz de hacer. En realidad me pasmé y no supe ni qué decir para agradecer lo bonito que fue el momento para mi.

Hoy, entre risas y charlas, "el actor español invitado" se sintió el "teatrero español que vive en Puerto Rico".

Hoy es el día en que siento el reconocimiento de mi trabajo. No es la fama de que te reconozcan en la calle, es el hecho de que tus compañeros reconozcan tus capacides. Y sé que como hoy, cada día, cada vez que alguien piensa en recurrir a mi por mi forma de responder, por mi disponibilidad, por mi talento para actuar o cantar en todo tipo de obras, por confiar en mi como productor o por otorgarme fondos para seguir haciendo teatro en Puerto Rico, debo dar las GRACIAS.

Hoy veo a muchos compañeros que no tienen la misma suerte que yo de salir de un proyecto y entrar en otro, de ser lo menos inestable posible dentro de la inestabilidad de cualquier profesión artística.

Hoy, incluso, ver a un mendigo bañándose con agua de un charco, me estremeció por apreciar que pago mis cosas con dinero ganado haciendo lo que amo, que trabajo en lo que amo y que lo único que sé hacer y quiero hacer el resto de mi vida es lo que amo. Y no todo el mundo tiene ese privilegio.

Hoy, quiero ser como ese teatrero de Puerto Rico que hace decenas de producciones para seguir adelante, ese teatrero versátil que no he conocido en ningún otro lugar del mundo. Y no voy por mal camino, en 4 años he trabajado en más de 20 producciones como actor, asistente de dirección, productor, asistente de productor, regidor, maestro...

Hoy, no me quiero ir nunca de un país que me ha demostrado y dado tanto.

Hoy, el hecho de que otros me quieran aquí, me hace quererme un poquito más a mi mismo.

Hoy, la pregunta de si me gusta vivir en Puerto Rico, sobra.

Hoy, a todos los que han confiado en mí (y eso incluye a los de España que entendieron y aceptaron que debo estar aquí): GRACIAS.

miércoles, 17 de agosto de 2011

No me llames extranjero

No me llames extranjero porque haya nacido lejos,
o porque tenga otro nombre la tierra de donde vengo.
No me llames extranjero porque fue distinto el seno
o porque acunó mi infancia otro idioma de los cuentos.
No me llames extranjero si en el amor de una madre
tuvimos la misma luz en el canto y en el beso
con que nos sueñan iguales las madres contra su pecho.

No me llames extranjero, ni pienses de dónde vengo,
mejor saber dónde vamos, adónde nos lleva el tiempo.
No me llames extranjero porque tu pan y tu fuego
calmen mi hambre y mi frío, y me cobije tu techo.
No me llames extranjero, tu trigo es como mi trigo,
tu mano como la mía, tu fuego como mi fuego,
y el hambre no avisa nunca, vive cambiando de dueño.



Y me llamas extranjero porque me trajo un camino,
porque nací en otro pueblo, porque conozco otros mares,
y un día zarpé de otro puerto,
si siempre quedan iguales en el adiós los pañuelos
y las pupilas borrosas de los que dejamos lejos,
y los amigos que nos nombran y son iguales los rezos
y el amor de la que sueña con el día del regreso.

No, no me llames extranjero, traemos el mismo grito,
el mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre
desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras,
antes que vinieran ellos, los que dividen y matan,
los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños,
ellos son, ellos son los que inventaron esta palabra: extranjero.

No me llames extranjero, que es una palabra triste,
que es una palabra helada, huele a olvido y a destierro.
No me llames extranjero, mira tu niño y el mío
cómo corren de la mano hasta el final del sendero,
no los llames extranjeros, ellos no saben de idiomas,
de límites, ni banderas, míralos, se van al cielo
por una risa paloma que los reúne en el vuelo.

No me llames extranjero, piensa en tu hermano y el mío,
el cuerpo lleno de balas besando de muerte el suelo,
ellos no eran extranjeros, se conocían de siempre
por la libertad eterna e igual de libres murieron.
No me llames extranjero, mírame bien a los ojos,
mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo,
y verás que soy un hombre, no puedo ser extranjero.

Rafael Amor

sábado, 11 de junio de 2011

¿Qué es el Amor?

El ser humano constantemente se plantea y cuestiona qué es el amor. Y no me refiero a lo que uno siente por sus seres queridos, su familia allegada o el cariño por un espacio, objeto o lugar. No me refiero al amor a tu país, al amor a tus hermanos, el amor a tu bandera o el amor que sientes por la mascota que cuidas. Todas estas versiones de amor no tienen un punto de elección, es un sentimiento que uno tiene por consecuencia de haber nacido en un lugar, en una familia y en un momento específico, de tener una serie de experiencias. Entonces, ¿el Amor sentimental, se puede elegir?

Yo quiero hablar del Amor, el amor de una relación, el amor que, como seres humanos, nos hace establecer un compromiso, el que te hace decidir compartir una vida con alguien y caminar en la misma dirección. El Amor que cambia de cara, cambia de nombre, de forma y de intensidad. Pero que cuando se va, duele de la misma manera.

Yo volví a perder el mío cuando ni siquiera quería encontrarlo. Yo no he podido en mi camino recorrido tomar una decisión sobre hacia quién enfocar mis sentimientos. Yo no soy un ser racional. Yo no soy racional. Yo no. Mi búsqueda es constante: soy un eterno enamorado.

Durante mucho tiempo he intentado controlar lo que he sentido, aprender de mis experiencias y de las de los demás, escuchar los consejos de mis amigos y de la gente con quien comparto mis problemas. Pero no lo he logrado. Me he dado cuenta de que no sé controlar a Amor, y que Amor, en mi caso, no se puede elegir. Sería fácil decidir amar a quien más te ama, pero conmigo no funciona así. Sin embargo, conozco gente que cree poder, que controlan sus sentimientos a base de sus intereses y conveniencia y, aparentemente, la felicidad no les falta. Tal vez lo que pasa es que, en este momento de sus vidas, lo único que quieren amar es a sí mismos. O no. Tal vez, simplemente, Amor existe de forma diferente en cada ser humano.

Por los momentos de felicidad y compañía, por los problemas superados, por las excursiones que se quedaron pendientes, por aquel estratégico café que te lleve a casa, por la gastronomía compartida (te regalo mis croquetas y te robo tus papas molestas), por las Navidades en España, por Juno, por mi cara al conocer a Sofía. Amor, empecé escribiéndote en general, y acabé haciéndolo personal.

Hace tiempo te escribí que te necesitaba. Pero hoy descubrí cuánto.

jueves, 9 de junio de 2011

Si no te sale escribirlo, busca dónde leerlo

VIDA

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

José Hierro

miércoles, 13 de abril de 2011

Si el hombre pudiera decir lo que ama

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda

jueves, 24 de marzo de 2011

De profetas y mofetas: yo he ido a la iglesia de Wanda Rolón

Si algo aprendí de mis últimos post y de par de experiencias personales es que Facebook y las demás redes sociales tienen un poder inmenso al popularizar el acceso a la información y la selección de contenidos a gusto del consumidor. Y así, en muchas ocasiones, recibimos a través de internet las cosas que más nos interesan en función de los amigos que tengamos, el gremio o colectivo al que pertenezcamos, a nuestras ideologías políticas, los sites que visitemos o la hora a la que nos conectemos. Y algo que mueve la vida del puertorriqueño común, no puede quedar fuera de estos parámetros variables: la política y la religión. Wanda Rolón ha tenido algo de experiencia con ambas.

Ignorando o creyendo (que ella de ignorar y de creer sabe bastante) que al comentar que “RM” traería el mismo Infierno a Puerto Rico durante este fin de semana, debió pensar que nadie averiguaría que su referencia es a la gira del artista abiertamente homosexual Ricky Martin. ¿O sí lo sabía? ¿Tal vez necesita volver a ocupar portadas después de profetizar (y fallar) que Roselló ganaría las elecciones a Gobernador de 2004?

La versión cristiana de Rukmini en esta ocasión hace todo un alarde de intolerancia y odio al prójimo juzgando a un ser humano por su orientación sexual como "embajador del Infierno". Flaco favor le hace a Dios que, pintado con barba y anciano, va a perder almas si realmente Ricky va para abajo y ella va para arriba…

Ejemplares como esta señora que se autodenomina "Apóstol" me molestan. Me apestan como si fueran mofetas cada vez que abren la boca. Y me molestan tanto porque ella pertenece a un género que ha sido atacado fuertemente durante siglos, que ha luchado por la igualdad, que conoce el discrimen. Y ahora parece que tanta cirugía estética pagada por el hermoso diezmo de sus feligreses le ha afectado a su nivel de respeto (no tolerancia, porque la homosexualidad no debe ser algo que se “tolere”).

Este individuo hace que mucha gente sufra y se confunda, pensando que seguir una creencia o practicar la fe cristiana implica ver la homosexualidad como un mal, como algo negativo, como un pecado imperdonable. Esa visión destruye familias, relaciones, provoca odio entre las personas, ataques y asesinatos. Uno puede opinar, pero no juzgar. Y tú libertad empieza donde termina la de otro. Así que, Wanda Rolón, mientras no duerma en mi cama ni en la de Ricky, deje que nos acostemos con quien nos dé la gana, que amemos como nos dé la gana y que formemos nuestras familias con el ser humano que nos dé la gana.

Y señores, escribo esto porque, por sorprendente que parezca, este españolito ha visitado la iglesia (con minúsculas, porque lo que tiene de grande en tamaño lo tiene de pequeño en amor al prójimo) de Wanda Rolón. Fue en el año 2005, cuando vine de vacaciones y aún no me había establecido en Puerto Rico. Y me habían preparado emocionalmente, me habían intentado explicar lo que allí pasaba en el culto para que mi mente "eurocentrista" que sólo se había levantado contra las intransigencias católicas no se viera afectada entre desmayos y paralíticos caminando gracias al recibimiento del Espiritu Santo. Contarles esta experiencia completa podría aburrirles o sorprenderles, así que me planteo hacerlo en un futuro mejor que en este instante. Pero lo anecdótico de todo es que fui con cuatro personas más que son abiertamente homosexuales, que seguían a la señora Rolón con la fe ciega del ignorante que espera un milagro de sanación (una de ellas estaba enferma) y lo único que pude decir a mi salida fue: si lo que he visto es obra de Dios, es impresionante. Pero si no lo es, resulta más impresionante aún. El espectáculo musical y ritual que allí se forma no tiene nombre: ancianas bailando descontroladamente, gente viviendo un éxtasis espiritual, enfermos "sanándose", gente cayendo… No lo critico ni lo juzgo, porque es su forma de expresar o vivir su fe, pero resulta increíble desde mi perspectiva cómo la mente humana resulta manipulable hasta el punto de engañar la propia realidad del individuo. Allí, el que más dinero da, mejor se gana el cielo, más posibilidades tiene de vivir un milagro. Y si tú no eres capaz de vivirlo o sentirlo, es que no tienes suficiente fe o no eres digno de ello. Parece la historia del Retablo de las Maravillas de Cervantes o de El traje nuevo del Emperador, donde hay que ser digno para poder ver, y el que no ve jamás lo va a declarar en alto.

Entrar en diálogo con este tipo de líderes y seguidores raya el absurdo. Sus argumentos son poco concretos pero los tienen bien organizados y los creen a ciencia cierta, con tanta incondicionalidad que jamás van a abrir su mente a otro tipo de razonamiento. Es, literalmente, un lavado de cerebro. La manipulación entre los seres humanos me da pánico, porque si esta mujer mueve a sus masas a creer cualquier idea que ella tenga, ¿cómo no nos van a mover a los demás políticos, informadores, publicistas, medios o… blogueros?

domingo, 20 de febrero de 2011

No te llame amor el que no te corresponde

Amor, no te llame amor
el que no te corresponde,
pues que no hay materia adonde
imprima forma el favor.
Naturaleza, en rigor,
conservó tantas edades
correspondiendo amistades;
que no hay animal perfeto
si no asiste a su conceto
la unión de dos voluntades.
De los espíritus vivos
de unos ojos procedió
este amor, que me encendió
con fuegos tan excesivos.
No me miraron altivos,
antes, con dulce mudanza,
me dieron tal confianza;
que, con poca diferencia,
pensando correspondencia,
engendra amor esperanza.
Ojos, si ha quedado en vos
de la vista el mismo efeto,
amor vivirá perfeto,
pues fue engendrado de dos;
pero si tú, ciego dios,
diversas flechas tomaste,
no te alabes que alcanzaste
la vitoria, que perdiste,
si de mí solo naciste,
pues imperfeto quedaste.

Lamentablemente no es mío. Gracias, Lope.

miércoles, 2 de febrero de 2011

El Buho defiende a los Changos. Reacciones a "Escribo desde la IUPI"

Antes que nada, quiero agradecer a las miles de personas que se tomaron el tiempo de leer la reflexión que escribí. Nunca lo publiqué con la presunción de que se iba a expandir tan rápido, pero parece que las redes sociales (y el manejo de la tecnología de mi pareja) saben más que yo y gracias a eso el texto emocionó a más de uno. El placer que he podido sentir al recibir todos esos mensajes, solicitudes de amistad y estadísticas de los diferentes espacios en que se ha compartido o publicado sólo es equiparable a la felicidad de saber que hay cientos de personas que opinan de la misma forma y se han sentido igual. La parte negativa: algunos, por diferentes razones, no pueden estar en primera línea de lucha.

Quiero explicar que yo escribo, en general. No me siento activista, partidista, anexionista, independentista ni fupista. Simplemente, escribo sobre lo que veo y me preocupa. Si mi nota sobre la IUPI me ha dado un “rating” insospechado hasta en mis propios sueños, no puedo asegurar que vaya a ser el único tema sobre el que hable en adelante.

Y escribir después de tanta repercusión mediática me pone incómodo, bajo presión. He analizado mi escrito hasta la saciedad para averiguar qué hacía que apelara a tanta gente. Supongo que son varias cosas: la sinceridad del relato, la ironía de la narración, el apoyo de las imágenes y, sobre todo, que es un tema que nos toca a todos los que vivimos esta realidad. Así que he pensado que lo primero que debo compartir con vosotros son las curiosidades de lo que vosotros mismos me habéis enviado:

1) Me preocupa extremadamente la visión de varias mujeres que me comentan personalmente su incomodidad al pasar al lado de grupos de policías. Y va más allá del famoso video del agente inmovilizando a la estudiante mientras se le escapa la mano a agarrar donde no necesita, sino de los comentarios que suscitan a su paso otras estudiantes del recinto. Me uno a las palabras de Rivera Torres en El Nuevo Día: “No se trata sólo de las huelguistas, hay universitarias que no participan en la huelga y que se sienten acosadas por la forma en que los policías las miran”. Parece que los changos quieren comer más allá del merendero de sociales.

2) Somos muchos los que compartirmos un mismo sentir. Me han escrito puertorriqueños de intercambio en España, puertorriqueños en Estados Unidos, puertorriqueños hasta en la luna. Eso, además de confirmar la teoría de la diáspora, me hace feliz en tanto entienden mi situación aquí de extranjero asimilado a la sociedad. Y no saben cuánto yo soy parte de esta Isla…

3) Reconozco haber estado ansioso por recibir comentarios contrarios a mi escrito. Y llegaron. Buho, en la versión publicada en 80grados, entró en un debate conmigo. Me despido compartiendo su opinión y mi respuesta con vosotros. No tiene desperdicio.

Buho dice:

30 de Enero de 2011 | 7:55 am en 7:55 am

Bueno, empecemos.

¿La tarjeta de Subway en PR tiene foto? Me parece indicaste que te pidieron tarjeta con foto.

¿Changos le llamas a la Policía? ¿Entiendes tu racismo? ¿Sabes que los changos son negros y siempre ha sido una forma de llamarnos así a los no-blancos en PR? (En donde ‘no hay’ racismo, pero tenemos 27 palabras para indicar tu color de piel).

…defender el derecho a una educación pública de calidad. Primero, la Universidad no es un derecho. De 1 a 12 si, como esta definida en la constitución (con c minúscula, es la del ELA, también conocida como el papel de toilet de muñoz (también con minúscula). En PR, Colonia de EEUU, los derechos se definen en el papel de toilet, ó en las 10 primeras enmiendas a la Constitución (con C mayúscula, la Federal).

Imagino como buen ‘internacionalista’, defines lo que te de la gana como derecho. Pero tu analfabetismo legal es irrelevante. Boicotea todo lo que quieras, no estas en huelga, ni te quitaron un derecho.

¿Encuentras tu justo, que como estudiante int’l pagues lo mismo que un Boricua? ¿Tus papas pagaron impuestos en PR por 18 años (o más) antes de que tú fueras a estudiar a PR? ¿Ves lo ridículo de tu posición?

Te DAN DE LIMOSNA con la misma matricula que la de aquellos cuyos padres pagan $800 MM al año de impuestos (mas mis $300+ MM Federales) para pagar este lechoncito de Universidad, ¡y tu ves como injusto que te cobremos $800 extra!

Buena suerte…

Y mi respuesta:

Bueno, continuemos.

Antes que nada, quiero agradecer el tiempo que has dedicado a leer mi reflexión y compartir tu parecer al respecto. Realmente llevo un par de días esperando una reacción en contra, ya que por suerte, los cientos de mensajes que he recibido, los comentarios de la gente y la forma en la que la nota se ha expandido por foros, redes sociales y publicaciones electrónicas me demuestra que son más los que piensan como yo, que los que piensan como tú. Tal vez por eso me apetezca mucho más entrar en un diálogo contigo sobre la misma que con las otras personas anónimas que se han comunicado conmigo. Creo que nos podemos enriquecer juntos.

Buho, tienes toda la razón del mundo: la tarjeta de Subway no tiene foto. De hecho la mía no tiene casi ni el logo... La llevo en la cartera y no parecen hacerlas de muy buena calidad (o yo soy un desastre), por lo que la tengo despintada y casi rota. Imagínate entonces la ironía de mi comentario "creo que podría haberle dado la de los puntos de Subway y no se hubiese enterado", haciendo referencia a la ridiculez del proceso, como si por llevar identificación uno fuera más o menos peligroso y expresando que a otras personas no se la piden, por lo que el propio policía ni lo hacía con interés o fijándose en la imagen. Lamento tener que explicártelo, pierde su gracia si no lo entiendes a la primera.

Sé perfectamente el color de los changos, aunque no me queda claro qué tiene que ver que sean negros con mi comparación. Yo también he sufrido sus ataques, me han quitado comida al ir a buscar una servilleta o han intentado picarme al buscar un carro de la compra en Sams. Ante ellos, españoles, puertorriqueños o ciudadanos del mundo, blancos, negros, rojos, o amarillos, somos iguales. Como ante mis ojos. Creo que me pueden criticar por muchas cosas, pero no por racista. Soy inmigrante, homosexual y artista (por aquello de etiquetarme, aunque no me gusta, para que puedas imaginar mi perfil). Creeme, si hay alguien abierto de mente y con ideales de igualdad, soy yo. Mi comparación se refiere más bien a la forma en la que perdían sus horas comiendo en el merendero como únicos clientes de un lugar desierto, mientras en Puerto Rico murieron 110 personas en el primer mes del 2010. No sé a ti, pero a mi me aterra. Cualquiera de nosotros podemos ser el 111 del 2011 (irónico, ¿no?). En cualquier caso, más adelante hago referencia a otro policía que me saludó amablemente y cuya impresión de bonachón no tenía nada que ver con el resto. Tal vez me equivoque, tal vez no. En cualquier caso, me disculpo por cualquier ofensa o malentendido que los lectores hayan podido tener en cuanto a mi posible xenofobia. Creo firmemente que en la Policía de Puerto Rico, como cualquier otro cuerpo de seguridad de cualquier país, debe haber de todo. La mayoría son empleados que cumplen órdenes. Pero debo ser sincero: no me gusta su autoritarismo, no me gusta cómo algunos abusan de su poder, no me dan seguridad cuando les veo bajarse de una patrulla con alguien de la Guardia Nacional con un arma más grande que la mesa en la que como. Un pueblo cuya presencia policial es tan elevada debe plantearse si da seguridad o demuestra inestabilidad social y falta de carisma gubernamental. Ahí te lo dejo para que le des vueltas (siempre con el número 110 en la mente).

Vayamos ahora a la diferencia entre lo que es LEGAL, y lo que es DERECHO. Me alegra que sepas tanto de las leyes que se escriben en tu constitución (con c minúscula) y tu Constitutición (con C mayúsculas), ya que de las leyes que rigen la Universidad de Puerto Rico sabes poco. Todo estudiante internacional paga el crédito a un precio muy superior al que paga un ciudadano estadounidense, sea cual sea su nacionalidad (espero no tener que venir de fuera para tener que explicarte esto). Curiosamente es algo que cuando ustedes van a educarse a España o a muchos otros paises con educación pública, no les pasa. Y me alegro, porque tanto yo como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 26, pensamos que: "Toda persona tiene derecho a la educación. (...) El acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos". Lo siento, pero prefiero creer en los derechos defendidos en la mencionada Declaración que en cualquiera de tus dos (C/c)onstituciones.

En cualquier caso, puedo estar tranquilo con pagar más que un Boricua, como he hecho durante tres años, porque, como tú dices, mis papas no pagaron impuestos aquí. El mundo se rige por esas normas y tampoco me voy a poner idealista hablando de una comunidad sin fronteras. Sin embargo, de los miles de dólares que he gastado en este tiempo aquí, contribuyo con mi consumo, con la gente que ha venido a visitarme y que han sido turistas, con el 7% de IVU de todo lo que pago, con los cientos de personas que me quieren aqui y para los que soy importante, con los estudiantes a los que educo, además del enriquecimiento cultural que supone para cualquier país recibir gente diferente. No vengo a oponerme al sistema, pero si veo algo injusto estoy en mi derecho de expresarlo públicamente y compartirlo. Créeme, amo esta tierra tanto como a la mía. Será por algo. Y estoy seguro de que un pueblo que ha vivido y vive en la eterna Diáspora puede entenderme. Ser extranjero no me deja al margen de lo que pasa en la sociedad en la que vivo.

Para terminar, en algo estamos de acuerdo: en el "lechoncito" de Universidad. El malgasto de fondos, la absurda administración, las increibles dietas y salarios de algunos, las decisiones erroneas y la politización de los puestos no la deben pagar los estudiantes con cuotas especiales que no se encontraban ahí presentes cuando empezaron sus carreras.

Espero que ahora puedas entender algo mejor lo que sentí necesario compartir en mi primera nota. Y te recomiendo que termines de leerla: al final hay un arresto del que no me has dicho nada.

Un saludo

jueves, 27 de enero de 2011

Escribo desde la IUPI

No había entrado en el Recinto de Río Piedras desde la ocupación policial. Me incomodaba enfrentarme a esa “medida de seguridad” para proteger el lugar de los estudiantes huelguistas que se manifiestan buscando alternativas a la cuota de $800 establecida por la Administración para paliar el déficit económico de la institución.

Hoy, tuve que hacerlo. Necesitaba llevar un documento al Departamento de Estudiantes Graduados y decidí darme una vuelta por las diferentes facultades. Lo primero que un agente me pide para entrar: identificación con foto. Pregunto si quiere la de estudiante o cualquiera le sirve, así que finalmente le enseño cualquier tarjeta (creo que podría haberle dado la de los puntos de Subway y no se hubiese enterado) y procedo a entrar, no sin antes darme cuenta que a otra persona que pasó a mi lado no le pidieron nada por verse mayor que yo (bueno para mi autoestima, “sigo pareciendo estudiante”, incongruente para la regularidad del proceso).

Lo que me encuentro: una universidad desierta, como si se hubiera parado el tiempo. Parecía que el apocalipsis hubiese llegado y que, al dar la vuelta a la próxima esquina, me encontraría con un zombie hambriento apoyado en una de las fuentes o esperando en un pupitre un pedazo de carne viva. Pero no tenía miedo, la seguridad estaba ahí para mí, ya que los únicos seres que me encontraba eran changos buscando en los restos del merendero de sociales y policías - tanto con uniforme como de civiles – buscando también comida como los únicos clientes en el merendero de sociales (changos al fin y al cabo…) y exhibiendo sus grandes armas amenazadoras contra nosotros, estudiantes criminales por defender el derecho a una educación pública de calidad.

Pero ironías aparte, no se comprende el dolor que uno siente, la tristeza que inspira y las emociones que supone tener que entrar en un Recinto que recuerdo como mi casa, el lugar donde se me iban las horas corriendo de un lado al otro, investigando, enriqueciéndome, regalándome amigos. En la IUPI uno siempre tiene algo que hacer, uno nunca está sólo, es el lugar que siempre estaba vivo, lleno de actividades diversas, de prepas sin saber hacia dónde ir, de locos de colores paseando por Humanidades. Creo que hasta echo de menos ver a los del Círculo de Oración que predicaban en los caminos para erradicar el aborto y oraban debajo de las escaleras con una concentración exquisita.

A pesar de la rabia que supone todo esto, decidí continuar mi ruta y llevar los papeles donde debía para después pasar por mi departamento a informar de que

1) sigo vivo

2) pagué la primera parte de la cuota por aquello de no perder mi visado

Cuando llego al DEGI, un policía custodia el edificio y me sonríe, como disculpándose por su presencia y saludando en son de paz. Se nota que él tampoco quiere estar ahí mientras alcanzamos en Puerto Rico los casi 100 crímenes en el primer mes del año (aunque eso es idealizarlo, tal vez sólo quiere huir a su patrulla con aire acondicionado y comer donas, a lo cliché).

Mientras continúo haciendo fotos por el Recinto y anotando pensamientos para escribir lo que ahora mismo te estás leyendo, decido dirigirme al Palito de Drama. Entre máquinas de comida vacías y pupitres sacados de las aulas, llego a sentarme al lugar en el que se me iban las tardes queriendo arreglar el mundo con otros compañeros, jugando a ser políticos y con las ideas claras sobre lo que era teatro y lo que no. Echo de menos esas horas de conversaciones académicas, inteligentes unas veces y banales y superfluas otras. Porque señores, la Universidad es eso: un foro, un intercambio de ideas, un lugar en el que enseñar y aprender en ambas direcciones y no sólo dentro del aula. Es el espacio en el que uno se convierte en adulto, en el que vives la burbuja de la Academia para después enfrentarte a la burbuja del Mercado Laboral (si lo hay cuando terminas…).

Después de descansar un rato, abrí mi ordenador y me puse a escribir estas palabras, pero no pude terminarlas dentro del Recinto por la injusticia que me tocó ver con mis propios ojos. Un agente llegó con su patrulla y le pidió a un compañero que estaba cerca su identificación. En un momento pensé que venía a decirme que no me podía quedar estudiando o escribiendo sobre la situación allí, pero mi compañero le entretuvo demasiado: el agente le preguntó qué llevaba en la mochila y él le contesto que si lo quería saber o era sospechoso de algo, que le registrara.

El agente se fue y el compañero, del que no diré nombre, se acercó, me saludó y me dijo: “Si quiere saber qué hay en la bolsa que me registre”. Minutos después llegó el mismo agente con otro más en una patrulla, le alejaron de donde yo estaba, le hicieron aspavientos amenazantes y le registraron la mochila, donde encontraron un peligroso recipiente con arroz y habichuelas (la historia más puertorriqueña no podía ser). Acto seguido, le metieron en la patrulla y se lo llevaron. No sé de qué le acusaron, no sé porque se lo llevaron. Lo único que puedo decir es que NO hizo nada, que la actitud de la policía fue como de una dictadura militar en la que si uno no hace lo que te dicen te llevan a un maizal y te ejecutan (gracias por presentarme a Trujillo, Junot).

Desgraciadamente, me niego a exponerme una vez más a esta situación. ¿Qué pasaría si a mí, como estudiante internacional, me buscan cargos por escribir este artículo en el Recinto en el que estudio? ¿Cómo puedo llamar a esta represión con la que nos tratan a personas que lo único que queremos es terminar nuestra formación y que, con mucha menos edad que ellos, estamos mucho más capacitados que ellos para todo?

Quiza es ridículo que le dedique tiempo a escribir esto, a compartir con vosotros mi primera y última experiencia en un Recinto sitiado en lugar de completar las páginas de mi tesis. Pero no tengo otra forma de protesta, no puedo exponerme a un arresto, y es hora de que pensemos que lo nuestro no siempre es lo más importante, sino lo de todos.