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sábado, 22 de agosto de 2015

SONETO AL TIEMPO QUÁNTICO y performance QUANTUM (junio 2015, CBA SANTURCE)

Pasado, presente y futuro al frente
marcan la línea y curso de una vida.
Vivo los tres sin buscar la salida,
siendo esta testa de un loco demente.

El tiempo no mide si estas ausente,
si duermes en cuna, cama o en égida,
ni cuánto lloraste estando afligida
ni lunas ni soles que estés presente.

Corazón latiente en pleno despecho
marcando cuán cerca se encuentra el final,
vivo el recuerdo de lo que ya he hecho.

Enfréntate a Cronos cual simple mortal,
disfruta de aquello que hincha tu pecho,
detente un instante en lo que hiciste mal.

®Rafa Sánchez

Pasado, presente, futuro.

¿Qué es aquello que separa lo eterno de lo finito? ¿Qué es aquello que domina nuestra prisa, nuestra pausa, nuestro ocio, nuestras labores, nuestra existencia? ¿Qué es aquello que se nos escapa cuando menos queremos, esa arena granulada que se nos desliza por un agujero por el que no regresará nunca? ¿Cuán lineal e irreversible resulta? ¿Qué es el tiempo?

El tiempo puede ser tan relativo que es percibido por cada ser de una forma muy subjetiva. Parecerá eterno cuando nos enfrentemos a un dolor, resulta escaso en ese momento del placer, se fue tan fugaz en la condena de lo “ya vivido”.

Sin embargo, también podemos empoderarnos del tiempo, ser dueños de él, estirarlo, comprimirlo y contraerlo a nuestro antojo. Podemos medir su segmentación sexagesimal, seleccionar el calendario que marcará nuestros días, decidir volver a nuestros ancestros gracias a la memoria y adelantarnos a nuestro futuro gracias a los vaticinios. Siempre me he preguntado por qué no vivimos de atrás hacia adelante. Deberíamos nacer así, cansados, sin energía, con dolores a nuestras espaldas y achaques en nuestra historia, marcados en cada pliego de nuestra piel por las historias que vamos a vivir, en lugar de las que ya hemos vivido. Podríamos, ¿por qué no?, vivir de atrás hacia delante.

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Así poco a poco rejuveneceríamos hacia la madurez para dirigirnos a la pubertad y de ahí a la infancia. Siempre hay que dejar lo mejor para el final. Nuestra energía interna nos llegaría poco a poco para ir a más y más. Cada segundo, minuto, hora, día, semana, mes, año, lustro, década, siglo o milenio que pasara, seríamos un segundo, un minuto, una hora, un día, una semana, un mes, un año, un lustro, una década, un siglo o un milenio más jóvenes. ¡Imagine cuánto ahorraríamos en cremas para las arrugas! Podríamos reflexionar en pleno centro de nuestra vida, sobre el pasado, el presente y el futuro.

Miramos hacia atrás pensando que cualquier tiempo pasado nos parece mejor. Volver la vista atrás es bueno a veces, pero mirar hacia delante es vivir sin temor. ¿Sin temor? ¿Cómo vivir sin temor cuando el tiempo se acaba, se agota, se escapa? Las historias que nos contaron existen porque duran en la memoría de alguien, porque duran en la memoria nuestra. Pero entonces, ¿podemos crear un pasado como vaticinamos un futuro?

Para ti, ¿qué es el presente? ¿Y para ti? ¿Y para ti? ¿El presente es ahora? ¿El presente es esto que está pasando aquí? ¿Esta mirada que tú y yo tenemos? Pero ahora la tengo con él/ella. ¿Sigue siendo esto presente? ¿Dónde queda entonces la mirada que tuvimos? ¿El eco que actualmente tienes de nuestra mirada es presente o es memoria?

Desde nuestros antepasados, las más importantes civilizaciones han adivinado el porvenir gracias a la mirada de los astros, al augurio del vuelo de los pájaros, a las experiencias trascendentales, a las tripas de los animales, a las consultas de los oráculos, a las bolas de cristal, a la lectura de cartas, conchas, runas y hasta de las líneas de la mano.

Dominamos el futuro porque podemos imaginarlo. Sabemos que llegará sin conocer la certeza de nuestra propia existencia en el momento en que este exista. Fíjense cuán potente es la palabra que nos permite apoderarnos de los pensamientos: no sabemos si llegaré o si habré llegado. Yo llegaré implica un futuro simple imperfecto, donde la seguridad desde la perspectiva del presente confirma algo que ocurrirá en el futuro, pero habré llegado implica un aspecto perfecto que se sitúa más adelante para asegurar que la acción ya estará terminada desde la perspectiva del mañana.

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¿Pero por qué no evolucionar en el futuro hacia nuestra infancia, hacia ese momento en el que jugamos, aprendemos y disfrutamos sin preocupaciones? A mi me encanta mi infancia. En ese momento somos queridos y cuidados por todos en vez de lucha contra la soledad y el abandono. Yo trato siempre de mantenerla viva, lucho por que no se apague, por que el tiempo no se la lleve en esta caminar hacia la dirección incorrecta.

¿Pero y si el tiempo va más allá de lo que podemos plantear con palabras? ¿Y si el universo Quantum nos permite comprender que no podemos comprender la dimensión temporal que tanto necesitamos en nuestro mundo físico? ¿Y si al autorreconocernos eliminamos el nacimiento como principio y la muerte como final de una vida que es capaz de trascender y pasear libremente por la línea del tiempo?

® Rafa Sánchez