A ti, que destruyes mi vida y mi felicidad privándome del derecho a la igualdad.
A ti, que te manifiestas a favor de la familia y los valores, algo en lo que yo también creo.
A ti, que no te das cuenta de que vives en la paradoja de que tu opinión y tu religión no se corresponden con lo que practicas.
A ti, que quieres decidir por mi cuando ni siquiera me conoces.
A ti, necesito explicarte mi ejemplo como clara muestra del daño que la desigualdad social y el fanatismo pueden llegar a hacer gracias a la injusticia.
Yo, desde lo más profundo de mi corazón, deseo que las personas tengan libertad para expresar y practicar su fe, sea cual sea esta. No se debe abrir una cruzada contra lo que hagan las instituciones religiosas o sus fieles, pues están en el derecho de escoger sus normas y valores y vivirlos como ellos decidan. Pero deberían entonces hacer lo mismo, no condenar lo que hagan otros seres humanos que no están de acuerdo con seguir sus principios y doctrinas religiosas. He leído palabras como: "Ese amor (que le tenemos a los homosexuales como seres humanos que son) no nos va a permitir pasarle la mano a conductas que nuestros principios bíblicos no aprueban, y con ello me refiero a todo lo que es contrario a las verdades bíblicas".
Señores, ustedes no tienen ni que pasarnos la mano, ni que aceptarnos, ni que tolerarnos, ni que aprobarnos. Yo no tengo que tolerarle a usted por ser nada. Simplemente, no me impongan sus valores. Sigan con los suyos sin obligar a los demás ciudadanos a regirse por sus leyes bíblicas. Imagínense que les obligaran a seguir las normas del Corán, o las leyes budistas. Veríamos por ahí a sus maridos con cuatro esposas (por caer en el cliché) y ayunando unos 29 días al año. Olvídese también de las chuletas y la carne frita, y cómprese una rodilleras y una brújula para hacer sus cinco oraciones diarias.
Debemos medir en amor, el mismo amor que Jesús demostró hacia pobres, prostitutas y marginados, sin vivir condenando las conductas que son diferentes. Dejen de lanzar la primera piedra, y no se llenen la boca diciendo que nos aman cuando nos quitan derechos que son de vital importancia aunque a ustedes les parezca un capricho. Hace treinta años protestaban contra las uniones entre blancos y negros. Conozco a gente que sigue defendiendo la "familia tradicional" cuando han tenido que criar sus hijos solos porque se han divorciado (algo que no hace mucho no estaba permitido por la religión). Conozco familias monoparentales, familias de parejas del mismo sexo... Yo mismo vengo de una familia plenamente "tradicional" como ustedes deciden llamarlas, con mis padres heterosexuales queriéndose y conviviendo por más de 30 años, casados por la Iglesia. Mi hermana no es homosexual, yo sí. Mis padres no se equivocaron en mi educación. No me violaron de pequeño. No tengo traumas más allá de los que me provocan los prejuicios de ciudadanos como tú.
Quisiera ver cómo abordas después de participar en una manifestación en contra de la igualdad de derechos que tus hijos vayan a la escuela y cometan bullying contra otro niño por su orientación sexual. Quisiera verte en la calle ante injusticias reales. Quisiera que tu visión imperialista de evangelizar y obligar a los demás a tener tu estilo de vida y tu mirada religiosa del mundo se convirtiera en energía para ayudar y respetar a los que opinan diferente a ti. Quisiera que miraras lo que nos une, no lo que nos diferencia.
Las cuestiones de derechos civiles no están relacionadas con las leyes que las comunidades religiosas establecen. Yo también creo en la familia y los valores, pero en los mios, no los que ustedes me quieran imponer. Yo no te obligo a casarte si no quieres, yo no te obligo a separarte. No hagas lo mismo. Cuando mi pareja está enferma, cuando mi pareja sufre, cuando la persona con la que comparto mis días y mis noches, los años de mi vida se encuentra mal, a mi me duele tanto como a ti cuando tu esposo o esposa sufre. Porque cuando se trata de amor, ningún dios, se crea en él o no, limita la forma de este. Se trata de que, si mi pareja es de aqui y yo soy de fuera, por más que llevemos años juntos, si no tengo derecho a casarme, no podré quedarme a su lado y tendré que regresar a mi país con la vida rota por una cuestión legal. Se trata de que si él se enferma, yo no tengo derecho a cuidarle en un hospital y tomar decisiones sobre su salud, pues sólo seré su "pareja" sin derechos legales. Se trata de que si algún día mi pareja fallece, no sólo tendré que lidiar con el mismo dolor que tú cuando se muere el amor de tu vida, si no que además tendré el dolor de que las leyes sobre herencia no me protegen. Imponiendo tu ideología destrozas vidas sin darte cuenta de que lo único que queremos es vivir en paz y amor. Yo no quiero limitar tu libertad de opinión y expresión, yo quiero que tengas el derecho de ejercer y vivir tu fe de la forma que quieras. Pero no me obligues a mi a hacerlo porque este asunto va más allá de creencias, de religiones y de fe. Es una cuestión de desigualdad ante la ley.
He vivido en amor, amo mucho y seguiré haciéndolo. No importa a quién. No sé vivir de otra forma. Si sus leyes no me lo permiten, no dejaré de hacerlo. No hace falta que me disculpes. Y por favor, no me toleres.