Calma y constancia en el ritmo sentido
que proviene de tu pecho al hincharse
me hace sentirte titán al alzarse
junto al fuerte tambor de tu latido.
Cientos de sinfonías que han venido
quieren de tu aliento apoderarse
para devolvérmelo al levantarme
en la armonía que arropa mi oído.
Sé que no existe mejor melodía
que la que compones en mi regazo
con tu despertar empezando el día.
Te apretaré y no soltaré este lazo,
pues comprendí lo que antes no entendía:
te quiero cuando duermes y te abrazo.
R. (en revisión)